naturmedicapro.com - La Ozonoterapia como tratamiento curativo (II parte): particularidades del ozono.

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Lunes, 3 de Diciembre del 2001   

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La Ozonoterapia como tratamiento curativo (II parte): particularidades del ozono.


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La Ozonoterapia es una terapia natural consistente en la aplicación de una mezcla de oxígeno (O2) y de ozono (O3), cuyos antecedentes históricos y la evolución sobre sus diferentes usos ya fueron tratados en la primera entrega. En el presente artículo pretendemos aportar toda aquella información científica más relevante sobre las particularidades del ozono para así dar a conocer al lector las razones por las cuales, actualmente, es objeto de un creciente interés tanto en los campos de la investigación como en su utilización con fines terapéuticos en países como Cuba, Alemania, Rusia, Estados Unidos, etc...

Definición del ozono

Se trata de una forma alotrópica (O3) del oxígeno molecular (O2) que está presente, como un constituyente gaseoso natural, en las capas altas de la atmósfera, representando el 0,0001 % de su composición total.

El ozono fue descubierto por el físico holandés Van Marum en 1783, investigando con máquinas electrostáticas las cuales desprendían un olor característico; al igual que le sucedió años más tarde, en 1801, a Ciusank al efectuar la hidrólisis del agua

El origen etimológico del nombre de ozono, bautizado así por Scobein en 1840, deriva del griego OZEIN verbo que significa "oler", ya que este gas presenta un olor muy característico, único y punzante para nuestros receptores olfativos a partir de una concentración umbral de 0,01 ppm (1). Por debajo de esta concentración no puede ser olido y cuando su concentración supera las 0,1 ppm empieza a ser un gas irritante para los seres humanos.

Características del ozono

El ozono es un gas de color azul tenue, lo que explicaría el color azul del cielo y de los mares (2). A la temperatura de -111,9 ºC se presenta en estado líquido (temperatura de condensación) con un color azul oscuro y a la temperatura de -193 ºC se presenta en estado sólido (temperatura de fusión) y adquiere un color rojo oscuro.

Su densidad en estado líquido, a -182 ºC, es de 1,572 g/cm3 y su masa en estado gaseoso, a 0 ºC y 1 atm., es de 2,144 g.

El ozono es un gas inestable que puede retornar a su estado primitivo, como oxígeno molecular (O2), dependiendo de la temperatura a la que se encuentre. En este sentido, es sabido que a 25 ºC se degrada el 60 % en una hora y por ello suele administrarse como tratamiento médico mediante diferentes vías:

- Hemática: mediante la extracción de sangre venosa (50 a 150 ml) a la que se le agrega una miscela de oxígeno / ozono, y después de mezclarse volverá a ser inyectada al paciente en forma de infusión gota a gota.

- Sistémica: inyectado por vía subcutánea, vía intraarticular o vía muscular

- Local: mediante la aplicación de una campana de vidrio o una bolsa de plástico cerradas adecuadamente sobre la parte a tratar e insuflando ozono durante un cierto tiempo.

- Rectal: mediante la introducción de una sonda fina, que administra ozono / oxígeno, aplicada como un enema.

El ozono, al igual que el oxígeno molecular, es tóxico a elevadas concentraciones por lo que debe utilizarse de manera controlada al ser administrado con fines terapéuticos. Así, las distintas concentraciones de uso variarán según las distintas patologías a tratar, pudiendo ser de 1-40 m g de O3/cm3 O2 cuando se emplea a través de la vía hemática como una miscela de oxígeno-ozono.

El ozono en la atmósfera

Como ya se ha comentado anteriormente, el ozono está presente en las capas altas de la atmósfera, representando el 0,0001 % de su composición total, y siendo la estratosfera (3) la capa que contiene la práctica totalidad del ozono atmosférico. Su concentración es máxima a los 40 km de altitud y corresponde a la zona conocida como estratopausa (4) ( ver tabla ). A ras del suelo su concentración es muy pequeña y es del orden de 40 a 60 g/m3 aire.

El ozono de la estratosfera desempeña un papel importantísimo para la vida en la Tierra debido a que actúa como un manto protector ( ver imagen 1 ) que absorbe las radiaciones U.V (5), las cuales son nocivas para los seres vivos, y a la vez interviene en el ciclo que sigue la radiación solar al rebotar sobre la superficie terrestre, modificando la proporción de radiación que retorna a la Tierra desde la atmósfera (efecto invernadero). Este hecho contribuye a un calentamiento adicional (6) que podría llegar a tener consecuencias irreversibles para nuestros ecosistemas.

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